Makarony es uno de los dos discÃpulos aventajados que Mr. Satán presenta durante el juego de Cell, intentando con ésto incrementar su fama, al tener como subordinados a experimentados luchadores. Junto con Makarony, Piroshki hace acto de presencia en el Cell's Game argumentando que para su maestro no serÃa digno tener que vencer a un rival como Cell, y que uno de ellos dos se encargarÃa de la criatura. Como buenos freaks, Piroshki y Makarony no sólo poseen una vestimenta caracterÃsticas, sino que tienen totalmente asumida la personalidad del personaje luchador al que representan, y se consideran los mejores del mundo tras Mr. Satán. Mientras Makarony era, en teorÃa, el luchador más rápido del mundo, de Piroshki se dice que es el hombre más fuerte que se puede encontrar.
Va ataviado con una malla de una sola pieza, de color azul, y compensa su calvicie con una barba pronunciada. Además, suele ir vestido con una coraza de metal que le cubre pecho y rostro, y de la que sale humo durante su presentación. Dicha presentación termina en una espectacular demostración en la que destroza la coraza con sus propias manos y se la come. También destaca su corpulencia, que más que destacar por la musculatura, destaca por su obesidad.
Piroshki es el segundo en intervenir en el juego de Cell tras la eliminación de Makarony, y rápidamente se abalanza sobre su rival, pero una barrera invisible detiene su avance, y por más que lo intenta, es incapaz de alcanzar a su rival. Obviamente esta barrera es el Ki de Cell, que no permite que dichos personajes se le acerquen. Tras unos segundos resisitendo el empuje del Ki de Cell, finalmente Piroshki tiene que darse por vencido y sale disparado horizontalmente hasta salir del ring y caer sobre sus amigos, quedando eliminado.
Tras su participación, Piroshki acompaña a Mr. Satán y sus amigos como público, mientras Son Goku y Son Gohan se enfrentan al monstruo. Una vez terminado el Cell's Game, no se vuelve a saber más de él, probablemente repudiado por Mr. Satán, que reniega de tener unos alumnos tan inútiles, que le han dejado en ridÃculo.